¿Por qué sacrificamos el autocuidado? Reflexión personal sobre estrés y “body budget”

Me and my great shadow in Winter Park Dec. 2024

Este fin de semana tuve mi primera salida a esquiar de la temporada. El esquí es algo que aprendí a hacer “de grande”, cuando ya tenía más de 30 años. Y aunque al principio no me sentía del todo cómoda, puedo decir que, recientemente, es cuando verdaderamente he comenzado a disfrutarlo. Ahora me siento más segura y confiada, y me he dado cuenta de algo maravilloso: mientras esquío, no pienso en nada más que en lo que estoy haciendo en ese momento. Siento mis piernas, estoy atenta al camino, percibo el viento en mi cara, y observo los árboles a mi alrededor y la nieve acumulada sobre sus ramas. Es un momento de total presencia.

Esta vez, mientras esquiaba, me detuve un instante para agradecer poder estar allí, en ese momento, disfrutando plenamente. Al detenerme, vi mi sombra proyectada sobre la nieve, y me sorprendió lo largas que se veían mis piernas. Esa imagen me hizo recordar una experiencia que viví hace casi 20 años, cuando sufrí una parálisis temporal en las piernas debido al estrés acumulado. En ese momento, me sentí aún más agradecida por poder moverme con facilidad y fuerza. Algo que, con frecuencia, damos por sentado, pero que puede cambiar en un abrir y cerrar de ojos.

Esa reflexión me llevó a preguntarme: ¿por qué sacrificamos el autocuidado?

El estrés: Un distintivo de honor

Hoy, el estrés se ha convertido en un “distintivo de honor” en nuestra sociedad. El estar constantemente ocupado, estresado, y tener una agenda llena se ve como un símbolo de éxito. Pareciera que entre más agotados estamos, más valiosos somos. El estrés, por alguna razón, se ha vuelto sinónimo de productividad y éxito, lo cual nos lleva a poner en segundo plano nuestras necesidades de autocuidado.

Recuerdo perfectamente cuando experimenté la parálisis. Mi cuerpo me dijo, literalmente, “basta”. Fue una llamada de atención sobre algo muy simple pero fundamental: nuestro cuerpo siempre nos envía señales, y si no las escuchamos, el precio puede ser muy alto.

La cultura del sacrificio: ¿Ser un héroe o ser saludable?

En mi práctica de coaching, me he encontrado con muchas personas que sienten que su valor está ligado a su nivel de sacrificio. El "trabajólico" que está constantemente disponible, que dice sí a todo y que sacrifica su tiempo y salud en pos de cumplir con expectativas externas, parece ser la figura que se aplaude en el entorno laboral. Se nos premia cuando estamos agotados, pero con la falsa sensación de que estamos haciendo algo valioso.

¿Cuántas veces he escuchado frases como: “Estoy tan cansado, pero me siento bien porque sé que lo que estoy haciendo es importante”? Esa validación externa —ese reconocimiento de los demás— nos da un sentido de propósito, pero también nos desvía del camino hacia un bienestar integral.

¿Qué sucede cuando ese reconocimiento es a costa de nuestra salud física y mental?

El “body budget” y el costo de ignorar las señales

Es aquí donde entra en juego el concepto de body budget de la neurocientífica Lisa Feldman Barrett. El body budget es la idea de que nuestro cerebro constantemente predice cuánto gasto energético necesitamos en nuestras actividades diarias, emociones, decisiones y pensamientos. Cada tarea, cada interacción social, consume recursos y energía. El autocuidado, entonces, es la manera en que reponemos esa energía.

Cuando no priorizamos el autocuidado, nuestro body budget entra en déficit. Y aunque no siempre lo notemos inmediatamente, tarde o temprano nuestro cuerpo nos enviará señales de agotamiento, de estrés o incluso de enfermedad. Cuando ignoramos esas señales, el costo puede ser muy alto, como me ocurrió a mí.

El autocuidado no es un lujo, es una necesidad

Cuando las presiones emocionales del liderazgo, las demandas laborales y las expectativas sociales nos absorben, es fácil pasar por alto el autocuidado. Pero quiero recordarles algo muy importante: el autocuidado no es un lujo, es una necesidad. Es fundamental para nuestra salud física, emocional y mental. Es la base para poder ser la mejor versión de nosotros mismos y poder cuidar a los demás.

Aquí algunos pasos prácticos para comenzar a integrar el autocuidado en tu vida, que a mí me han funcionado:

  • Reconocer el valor del autocuidado: No se trata de egoísmo, sino de necesidad. Si no cuidamos de nosotros mismos, ¿cómo podemos liderar, inspirar y ayudar a los demás?

  • Comenzar con pequeñas acciones y ser constante: No tienes que hacer cambios drásticos. Inicia con algo simple, como caminar 10 minutos al día sin chequear el celular, practicar respiración profunda antes de reuniones importantes, o tómate 20 minutos para almorzar tranquilo. La clave es la constancia.

  • Poner límites y aprender a decir no: Es difícil, pero es esencial. Delegar tareas y aprender a decir no es una de las formas más efectivas de conservar nuestra energía y evitar el agotamiento.

  • Escuchar a tu cuerpo: No ignores las señales. Si te sientes cansado o agotado, es importante escuchar lo que tu cuerpo te está diciendo. La salud es un recurso precioso y no debemos esperar a que nos "detengan" para empezar a cuidarnos.

Un llamado a la acción: Prioriza tu bienestar

Hoy quiero invitarte a reflexionar: ¿Cómo estás cuidando de ti mismo? ¿Estás priorizando tu bienestar en medio de tus responsabilidades? Si tu respuesta es no, es hora de hacer un cambio. Sin un cuerpo y mente saludables, todo lo demás se ve afectado.

Te animo a dar el primer paso hoy mismo. No tiene que ser algo grande. Lo importante es que empieces, por pequeño que sea el cambio.

Comparte tu experiencia o algún consejo de autocuidado que te haya funcionado. Y si necesitas ayuda para incorporar el autocuidado de manera efectiva en tu vida, sin sentirte culpable, escríbeme un mensaje directo 💬👇

Previous
Previous

Del miedo a la libertad: cómo el esquí me ha enseñado a salir de mi zona de confort

Next
Next

¿Controlar la vida o aprender a surfearla?