Japón y el poder de las profecías autocumplidas: cómo nuestras creencias moldean la realidad

Nakamise Street & SensoJi Temple, Asakusa, Tokyo. 2024. Photo credit: LSC (my daughter)

En junio de este año, viajé a Japón con mi hija de trece años. Fascinadas por la cultura japonesa, visitamos muchos templos donde encontramos estaciones dedicadas a sacar los famosos “papelitos de la fortuna”. Mi hija, con su sensibilidad y su deseo constante de repartir positividad, se obsesionó con estos papelitos y quiso traer algunos para regalar a seres queridos. Cada vez que obtenía un papelito con una fortuna negativa o regular, lo quemaba en las grandes ollas de incienso, con la esperanza de eliminar cualquier mal presagio, y sacaba nuevos hasta obtener uno positivo para obsequiar a amigas y familiares.

Esta experiencia me llevó a refrescar en mi mente el concepto de “profecía”, una palabra a la que hasta hace un par de años, dentro de mi ignorancia, solía asignarle sólo connotación negativa (probablemente tras ver en mi infancia la película La Profecía, que para mí fue una película de terror).

Como un gran regalo de la vida, durante mis estudios en Comunicaciones, descubrí el concepto de profecías autocumplidas desde una perspectiva más amplia, y comprendí lo poderoso y positivo que puede ser.

Además, recientemente participé en un programa de seis semanas sobre Inteligencia Positiva liderado por Shirzad Chamine, PhD, y uno de los grandes aprendizajes que obtuve fue la capacidad de apelar a nuestro Sabio interior para generar profecías autocumplidas positivas.  Es muy interesante optar por esta perspectiva, en vez de dejarnos arrastrar por creencias y juicios negativos que nos sabotean y nos envuelven en espirales de comportamientos que afectan nuestro bienestar y el de quienes nos rodean.

Yendo al origen de este concepto, según la Universidad de Oxford, fue el sociólogo Robert Merton (1948) quien acuñó el término profecía autocumplida para describir cómo una creencia o expectativa, aunque sea falsa, puede influir en el comportamiento de manera que la haga realidad. Es decir, nuestras expectativas, ya sean positivas o negativas, guían nuestras acciones y las de los demás, hasta que finalmente se cumplen.

My daughter LSC in a fortune station. June 2024. Photo credit: SCM

A bad fortune paper before it was burned. June 2024. Photo credit: SCM

¿Cómo funciona el ciclo de las profecías autocumplidas?

  1. Creencia o expectativa inicial: Todo comienza con una suposición o expectativa sobre una situación, una persona o un evento. Esta expectativa no tiene que basarse en la realidad; puede originarse en prejuicios, esperanzas o desinformación.

  2. Comportamiento influenciado por la creencia: Una vez que se establece la expectativa, ésta comienza a moldear nuestras  acciones y actitudes. La persona se comporta de manera alineada con la creencia, muchas veces sin darse cuenta.

  3. Resultado acorde a/o que se alinea con la creencia: Finalmente, el resultado termina coincidiendo con la expectativa original, no porque fuera inevitable, sino porque el comportamiento influenciado por la creencia contribuyó a que ocurriera.

Dos tipos de profecías autocumplidas

  1. Profecías autoimpuestas: Son aquellas que creamos con nuestras propias expectativas. Si creemos que podemos tener éxito en algo, nuestras acciones tienden a alinearse con esa creencia, incrementando nuestras posibilidades de éxito.

  2. Profecías impuestas por otros: Ocurren cuando las expectativas de otras personas influyen en nuestro comportamiento.

Un ejemplo clásico es el famoso estudio Pygmalion en el aula (1968) de Robert Rosenthal y Lenore Jacobson. A un grupo de maestros se les dijo que ciertos estudiantes (seleccionados al azar), tenían un alto potencial y eran más inteligentes que el resto. Al final del curso, tales alumnos mostraron un rendimiento superior, no por un mayor talento innato, sino porque los profesores, al tener expectativas más altas, les prestaron más atención y apoyo.

Impacto de las profecías autocumplidas

Como demostró el experimento de Rosenthal y Jacobson, estas profecías pueden tener efectos profundos, positivos o negativos, en nosotros mismos y en las personas con las que interactuamos:

  • Positivos: Si crees que puedes alcanzar una meta, tus acciones se alinearán para que eso ocurra. Esto es evidente en el deporte, los estudios o el crecimiento personal.

  • Negativos: Si esperas fracasar, es probable que actúes en consecuencia, creando las condiciones para que el fracaso ocurra, como sucede con la falta de confianza o la duda sobre uno mismo.

Las profecías pueden afectar los más diversos ámbitos de nuestras vidas. Por ejemplo: La economía, rumores sobre la quiebra de un banco pueden causar una retirada masiva de fondos y, finalmente, el colapso del banco; la salud, el efecto placebo es una forma de profecía autocumplida; las interacciones sociales, si anticipamos que una reunión será incómoda, es probable que actuemos de manera distante, provocando que los demás también actúen así.

En resumen, las profecías autocumplidas muestran el poder que tienen nuestras creencias o expectativas para dar forma a nuestra realidad. A través de la Inteligencia Positiva, he aprendido que tenemos la capacidad de activar nuestro Sabio interior y generar profecías que nos impulsen hacia el éxito y bienestar.  La pregunta es: ¿Qué tipo de profecías queremos que guíen nuestra vida y la de quienes nos rodean?.

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