Cuando me creí mi propio cuento

Harvard 2024.

Hoy se cumple un año desde que taché uno de esos sueños que muchos tenemos en la lista de “cosas que quiero hacer en mi vida”.

Yo, muy nerd, en vez de tener algo así como lanzarme en paracaídas, siempre soñé con tener una experiencia académica en Harvard.

Cuando decidí apostar en serio por mi certificación en coaching, investigué opciones y además de seguir una formación en el #HealthCoachInstitute, encontré el programa Leadership Coaching Strategies dictado por #HarvardDCE.
Hice todo el esfuerzo —incluyendo romper mi “chanchito”— y me inscribí.

El instante que me marcó

Una tarde, en clase, tomaba apuntes cuando mi instructora, Madeline McNeely, dijo algo que me hizo enderezarme en el asiento:

“...esto está inspirado en el trabajo de Fernando Flores”.

Sentí un escalofrío.
¿Había escuchado bien? ¿Era un sueño?

Ese nombre me transportó directo a mis veintes, en Chile.
En esa época, siendo estudiante de Ingeniería Industrial, participé durante dos años en los talleres de la Fundación Mercator, liderados por Flores.

Allí escuché por primera vez sobre las “Conversaciones para la Acción”: la poderosa idea de que el lenguaje no solo comunica, sino que crea realidades.

En ese instante, en Harvard, entendí que nada había sido casualidad.
El camino que había recorrido “en paralelo” durante años volvía a cruzarse frente a mí, mostrándome que el coaching era mi verdadero lugar.
Fue como si todas las piezas de un rompecabezas encajaran al fin.

El momento de dudar de mí

La certeza terminó de consolidarse poco después.
Otra de mis instructoras, Clara Angelina Díaz-Anderson, pidió un voluntario para ser coacheado frente al grupo.

Sentí que mi corazón latía como si corriera una maratón.
La voz insegura dentro de mí apareció al instante:

“No lo hagas, Sofía… te vas a exponer demasiado”
“¿Y si no eres lo suficientemente buena?”
“¿Y si haces el ridículo delante de todos?”

Por unos segundos —que parecieron eternos— quedé atrapada en esa lucha interna.

Entonces recordé algo que había estado practicando en un programa de #PositiveIntelligence que seguía en esos días:
Sabía que esa voz no era la verdad, sino mi Juez y mis saboteadores intentando “mantenerme a salvo”.

La realidad no era incapacidad:
era miedo a lo nuevo, a lo desconocido.

Decidí apoyarme en los poderes de mi Sabio interior (Sage):

Exploración: abrirme con curiosidad, preguntándome “¿Qué puedo aprender de esta experiencia?” en vez de suponer lo peor.
Navegación: hacer fast forward y cuestionarme: “¿Me arrepentiré, en unos años, si dejo pasar esta oportunidad?”
Activación: reconocer a mis saboteadores, abrazar el miedo… y dar el paso de todos modos, tomando acción hacia lo que realmente quería.

Esa combinación me sacó del bloqueo y me hizo decirme con fuerza:
“Ahora o nunca.”

Respiré hondo, levanté la mano y pasé al frente.

La conversación con Clara fue directa, honesta y profundamente liberadora.
Me guió a mirar mis dudas de frente, a reconocerlas y a soltar la coraza que había construido años atrás, cuando renuncié a mi carrera en el Ministerio de Economía de Chile.

Había dejado atrás un empleo estable, el prestigio del cargo y gran parte de mi identidad profesional para dedicarme a mi familia: primero a mi hija mayor, que nació con problemas de salud y me tuvo casi un año sin dormir, atravesando además una depresión posparto.
Luego llegaron mis otros dos hijos, y con mi madre no viviendo en Chile, y mi suegra —a quien quiero mucho— pero poco disponible, enfrenté la maternidad con mucho menos apoyo del que hubiera querido.

Más adelante retomé consultorías esporádicas, pero nunca fue lo mismo que la estabilidad y el reconocimiento que había dejado atrás.
Mi “Hiper-Achiever” interno me lo recordaba a diario, minando mi autoconfianza.
Es un peso enorme cuando uno deposita su valor personal en factores externos: lo que otros opinan, el cargo que ostenta, el reconocimiento que recibe.

Allí, frente a todos, temblando por dentro y apretando un fidget para calmar los nervios, descubrí algo esencial:

El coaching no se trata de tener todas las respuestas,
sino de hacer las preguntas correctas.

Es abrir espacio —con humildad y coraje— para la vulnerabilidad y la transformación.

Un nuevo comienzo

Ese día me creí mi propio cuento.
Entendí que el coaching no era un hobby ni un paralelo en mi vida, sino parte esencial de lo que siempre había querido hacer.

Desde entonces, uniendo los puntos —como diría Steve Jobs—, habiendo experimentado el poder del coaching en carne propia (primero en mis veintes y, más recientemente, desde hace un año) y tras haber acompañado durante 2025 a muchas otras personas como Health & Life Coach, comprendí algo esencial: estoy exactamente donde quiero estar.

Me siento como pez en el agua.
No como una maestra del coaching, sino como una apasionada que honra el espíritu del aprendiz: con ganas de seguir practicando, aprendiendo y creciendo siempre.

Hoy miro atrás con gratitud: aquellos talleres en mis veintes fueron las semillas que, décadas después, florecieron… justo a tiempo.

Reflexión

La vida nos invita a menudo a dar pasos pequeños, guiados por la curiosidad, aunque no tengamos todo el mapa claro.

No siempre vemos el sentido al principio…
hasta que un día, como me pasó en Harvard, todo se conecta.

La certeza no llega antes de actuar: llega después de atrevernos.

✎ Si hoy estás en una etapa de dudas y buscas claridad, quizá es hora de creerte tu propio cuento.  Y si necesitas ayuda, me encantará acompañarte en ese camino, ¡escríbeme!.

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Qué significa realmente ser fuerte: Lecciones de “Do Hard Things” y de mi propia vida como coach.